Andy Morales y Lucas González tienen 20 años y no es la edad lo único que les une.
Los dos son de Cádiz y del mismo barrio; La Laguna, junto a la playa, los
dos fueron al mismo colegio y estudiaron juntos desde 1º de E.G.B., los
dos se han pateado los escenarios de los bares de Cádiz y alrededores
desde los 16 años, los dos tienen casi los mismos gustos musicales, los
dos estudiaban para administrativos en la misma clase antes de
dedicarse a esto de la música. Y, naturalmente, los dos acaban de
grabar su primer disco. No podía ser de otra manera. Es más que
evidente que Andy & Lucas son colegas.
“Estamos juntos desde siempre”, dice Lucas. “En el recreo, en vez
de comernos el bocadillo nos metíamos en el aula de música del colegio
y cantábamos. Decidimos formar un grupo. Al principio éramos cuatro”. Y
Lucas se puso a componer. “Hago canciones desde los 12 años, aunque
hace cuatro me lo tomé más en serio”, dice Lucas. Suyas son las
canciones de su primer disco, Andy & Lucas. Andy dice que en el
siguiente álbum también quiere componer.
Sus familias -“son flamenquitas, les gusta la juerguecilla”- no
estorbaron la afición de Andy & Lucas. Una afición que coincide en
más cosas. “Los dos somos de Camarón, aunque Andy es más flamenco”,
continúa Lucas. “En pop, Alejandro Sanz”. El ambiente de peculiar
fusión musical sureña que se da en Cádiz (“Yo tengo un rinconcito allá
en el sur, donde el arte brota por el aire”, cantan en Un rinconcito al
sur) marca este primer trabajo de Andy & Lucas. “Es un combinado de
muchas músicas que han marcado nuestra vida desde niños. Hay pop,
flamenco, rumba, detalles más disco. Es muy variado, pero yo compongo
así”, dice Lucas.
Y con un buen puñado de canciones trabajadas y cantadas durante años,
Andy & Lucas entraron en el estudio de grabación en marzo de 2003.
Producido por Alejo Stivel (Joaquín Sabina, La Oreja de Van Gogh,
M-Clan, La Loca María) con la ayuda de Mark Janipka y de una amplia
relación de buenos músicos, el debut de Andy & Lucas refleja la
variedad de su manera de ver la música. Y esta variedad se comprueba en
sus canciones.
Las programaciones se mezclan con guitarras flamencas y orquestas de
cuerda. Colaboraciones de postín, como la de Chonchi Heredia en La
llama del amor, enlaza con arreglos de vientos, algún rapeado y un
recuerdo a los Ratones coloraos de Jesús Quintero. Y todo marcado por
ese aire salinero, gaditano y sureño que sitúa en un terreno natural a
esta amalgama sonora y estilística, enseñada en 14 canciones con un
sentido melódico muy especial.