No tienen tiempo ni para cenar. Andy y Lucas compaginan estos días la grabación de su segundo disco con la gira. «Una locura, 'quilla'». Son las 22,45 horas. Acaban de salir del estudio y a las doce actúan en Chinchón. Se meten en la furgoneta, engullen un bocata a toda prisa y aprovechan el trayecto para hacer la entrevista. Esta «bendita» locura llega el próximo jueves a Santander, donde el dúo gaditano ofrecerá un concierto en la plaza de toros, dispuesto a repetir el éxito que les está acompañando durante toda la gira.
-Ante todo, que aproveche. ¿Son siempre tan difíciles de localizar?
-Gracias a Dios tenemos mucho trabajo y estamos todo el día haciendo cosas. No veas la movidita que tenemos montada ahora aquí. Entre el teléfono, la cena y las curvas de la carretera.
-¿Son todos los días así?
-Y peores. Hoy también teníamos que haber grabado un video-clip, pero ha sido imposible.
-¿Cómo lograron que una discográfica se fijase en ustedes?
-Nosotros cantamos desde chicos, pero también es cierto que hemos tenido mucha suerte. No sé si es porque lo valemos o porque tenía que ocurrir así.
-Primer disco y les produce Alejo Stivel. No es un mal comienzo.
-Empezamos con buen pie ¿eh? Gran parte de este empujón se lo debemos a nuestro mánager, que fue el que nos puso en contacto con la discográfica.
-¿Esto de la música les viene de familia?
-Profesionalmente nadie se dedica a la canción, pero en mi casa, por cantar, canta hasta el gato. Mira, cuando era pequeño no quería ir a las bodas.
-¿Por qué?
-Es que la cosa tiene guasa. Resulta que me hacían cantar y a mí me daba mucha vergüenza. Yo veía a mi madre, mi padre, mi hermanos, mis primos... Allí todo el mundo cantaba y yo lo pasaba fatal porque, aunque no lo parezca, era un niño muy tímido.
-Pero llega 'Son de amores', la canción que les lanzó a la fama, y cambia todo.
-¿Ojú! Eso sí que fue un pelotazo, pero de los buenos. ¿Quién nos lo iba a decir? No te puedes imaginar la de kilómetros que hemos hecho en un año. Que si Nueva York, Miami... Estamos en la brecha.
-¿Habían cruzado el charco alguna vez?
-¿Qué va, 'quilla'! No habíamos salido del barrio. Lucas y yo vivimos los dos casi en la misma calle. Conocíamos Cádiz y poco más. Para nosotros ir a América era una aventura. Hay veces que dices, '¿uff!, qué coñazo, ocho horas de avión'; pero después piensas en todo lo que nos está pasando y te das cuenta de que somos unos privilegiados.
-¿Qué tal se entendían con los americanos?
-Un numerito. Lo único que sabía decir en inglés era 'one coke'. Cuando se me ponían a hablar ¿qué fatiguita!
-Vamos, que no entendía ni torta.
-Como si le hablasen a la pared. Igual, igual. Me quedaba mirando pasmado. Yo, que casi no sé ni hablar en castellano, imagínate en inglés.
-¿Y qué hacían?
-Pues a todo que 'yes', 'yes'. ¿Qué vas a hacer! 'Yes', 'no' y 'one coke'.
-Comparten barrio, colegio, amigos... ¿Qué tal se llevan Andy y Lucas?
-Bien, bien. Hombre, de vez en cuando también nos pillamos nuestros mosqueos, pero tenemos muy buena relación.
-¿Nunca se han peleado por la misma chica?
-Jamás. Tenemos gustos distintos. Después de los conciertos se nos acerca un montón de chavalas. Tendría cojones que, entre treinta tías, a los dos nos gustase la misma. Además, yo tengo novia.
-Ya, ya.
-Te juro. Antes no se me acercaba una y ahora, trescientas de golpe.
-Llevan medio millón de discos vendidos. Eso tiene que dar una pasta. ¿En qué se gastó su primer sueldo?
-Antes de empezar en todo esto yo tenía tres sueños. El primero era sacar el carné de conducir y lo he sacado; el segundo era grabar un disco y lo he grabado; y el tercero, un 'Audi TT'.
-¿Y se lo ha comprado?
-Ya te digo. Doy más vueltas que la noria.